Cuentos infantiles “diferentes”

Con libros como “Marta y la sirena” o “El viejo coche”, la escritora Luisa Guerrero da un paso más en los cuentos infantiles. Sus protagonistas también terminan felices comiendo perdices diferenciándose de los cuentos tradicionales en que los personajes son homosexuales. Destacando valores como el trabajo en equipo, la amistad o el respeto, sus cuentos infantiles son un buen ejemplo para que los niños de hoy sean adultos tolerantes el día de mañana.

¿Qué pasaría si la princesa del cuento besase a una rana y ésta se convirtiera en otra princesa? Estaríamos equivocándonos de cuento, a priori. Pero esto no es lo que piensa Luisa Guerrero. Cordobesa de nacimiento pero catalana de adopción, la escritora ha querido ir más allá de lo que reflejan los cánones tradicionales en los cuentos populares y adaptarlos a los nuevos tiempos, donde los arquetipos de familias han cambiado. Ya no solo hay familias compuestas por la madre, el padre, el hijo y la hija. Cada día son más las familias homoparentales formadas por dos padres o dos madres.

Cuando empezó a moverse como activista GLBT, esta ilustradora, pintora y escritora se dio cuenta que lo importante era educar a las personas desde bien pequeñas. La base de la aceptación y la convivencia con y de la homosexualidad está en la educación que demos a las nuevas generaciones.

Y es que los niños de hoy serán los mayores de mañana, y eso lo tenía muy claro cuando Guerrero empezó a escribir. Lo primero que hizo fue acordarse de ese vacío existente de tolerancia en la que ella, como otros muchos adultos, han crecido, “cuando yo era pequeña nadie hablaba de homosexuales, como mucho se utilizaba el término maricón y en sentido peyorativo, si es que había algún conocido afeminado. De la homosexualidad femenina ni hablemos, esto era algo que prácticamente no existía. Yo siempre tuve claro quien era”.

Luisa recuerda con nostalgia su infancia y las preguntas que se hacía al sentirse diferente, “a los cinco años yo tenía novias, aunque no sabía que a eso se le llamaba ser lesbiana y, evidentemente, no tardaron en reprimirme y en marcarme como “bicho raro”. Siempre me pregunté porqué solo había princesas que se casaban con príncipes. Siempre me pregunté porqué no había ninguna historia, que cuando la princesa daba el beso a la ranita, no se convirtiese también en otra princesa y se casase con ella y fuesen felices para siempre. Por eso quise que el primer cuento que se publicase mío fuese este, “La princesa Ana”.

Sus cuentos están pensados para que eduquen y actúen en tres vertientes diferentes, “la primera, que vayan dirigidos a esos niños y niñas que desde pequeñitos saben que son homosexuales y que nadie les pueda hacer sentir, como me pasó a mí, como bichos raros a los que se les tiene que apartar o tratar de forma discriminatoria. La otra dirección es para educar al entorno. A esos otros compañeros y amigos que no son homosexuales, pero que ya no te van a mirar con desprecio porque seas homosexual, porque es algo que van a ver con normalidad. Y la tercera, es que pueden servir de herramienta a los padres y madres, homosexuales o no, que quieren educar a sus hijos en una actitud no discriminatoria”.

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Pero no solo sus cuentos se mueven en torno a la tolerancia y a que sus protagonistas comparten el mismo sexo, si no que habla de otros valores esenciales en la formación de cualquier niño, “en los cuentos que hago me gusta que haya unos valores como son, la fidelidad, la amistad, la responsabilidad, la lucha y el esfuerzo que necesita cualquier sueño para que pueda convertirse en realidad, el respeto al prójimo, el valor que puede tener lo viejo, el valor que puede tener un trabajo bien hecho, etc.” destaca Luisa con orgullo, y se siente molesta por aquellos críticos que desvinculan la homosexualidad con la aportación de valores. La escritora es tajante y recuerda que “históricamente se ha relacionado la homosexualidad con vicio, pecado, algo que se tiene que esconder, etc. Se pueden relacionar perfectamente los términos “homosexualidad” y “valores”, el tener valores o no, va con cada persona, no con el hecho de ser homosexual o no serlo. No tienen porqué ser opuestas, auque eso es lo que algunos sectores de la derecha se esfuerzan en difundir

Pero no todo ha sido un camino de rosas para Gallego. Muchas editoriales han censurado sus cuentos y se han opuesto a publicarlos porque “no eran de su línea editorial”. La autora ironiza sobre esto, “parece ser que el hecho de que algún personaje fuese homosexual, necesitaba de una línea editorial específica”. Hasta que la librería Antinous de Barcelona se interesó por ellos. Y desde entonces ya van cuatro.

  • La princesa Ana. Es el cuento “tradicional” donde la princesa da un beso a la ranita convirtiéndola no en príncipe, si no en princesa.
  • Marta y la sirena. La historia de una sirena que se enamora de una niña humana y que consigue convencer a su reina para que la convierta también en persona.
  • Seelie, el hada buena. Quiere reflejar la imagen de muchas parejas de lesbiana-bisexual, en las que una de ellas estuvo casada con un hombre y que fruto de esta relación tiene unos hijos.
  • El viejo coche. Es la historia de dos amigos que deciden estudiar lo mismo, que se ayudan mutuamente y que una vez ya de adultos, descubren que se han enamorado. En este cuento podemos encontrar valores como el trabajo en equipo, el valor que puede tener lo viejo, la amistad o el amor.

Cuentos para que desde pequeños todos los niños aprendan a ser tolerantes y se den cuenta de que los viejos arquetipos han quedado en desuso. Como defiende la autora “son simplemente cuentos”.

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